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EL MAGO DE OZ Y LA ILUSIÓN CHAVISTA

  • 3 jul 2018
  • 4 Min. de lectura
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El cuento de Lyman Frank Baum «El maravilloso mago de Oz» recuerda o trae a la comparación el espejismo generado por el chavismo. El cual, al igual que el cuento citado, se fundamenta en las carencias humanas y en la necesidad de poder solventar las mismas. Es bien sabido, que el chavismo se generó políticamente a partir de lo que a finales de la década de los noventa se conoció como «el chiripero».


Conglomerado humano que llevó a la Presidencia de la República, para un segundo gobierno, a Rafael Caldera. El chavismo es una transmutación política ávida de que solucionaran sus necesidades materiales y, posiblemente, psicológicas, como luego se puede apreciar.


En el cuento de Baum, cuatro personajes se unen para ir tras la búsqueda de Oz, con la intención que éste les dé solución a las carencias individual de cada uno de ellos. Uno no tiene cerebro (hombre de paja), otro no tiene valor (león cobarde), otro carece de corazón (hombre de lata) y Dorothy quiere volver a su casa. Como apreciamos éstos son seres menesterosos, necesitados de alguien que les resuelva sus problemas.


En las mismas circunstancias hace su aparición el chavismo, que como movimiento solución es una aberración política. El cual se aprovecha de la menesterosidad que existe hacia finales de los noventa, y crea un personaje de ficción. El cual es una especie de camaleón político, con el único propósito de aprovecharse de aquella carestía material y psicológica que en ese momento existía.


Años después, Chávez Frías dirá en una de sus intervenciones televisiva “que ellos lo único que tenían en la propuesta de la constituyente”. Es decir, que no había ningún proyecto político. Y esto es cierto, porque es hasta el año 2002 cuando Chávez Frías se decanta por lo que él llamó el socialismo del siglo XXI, cosa que nunca explicó ni le interesaba explicar. Incluso, al inicio del su gobierno, se identificó con la tercera vía de Tony Blair.


A ese camaleón político se le crea una mitología de izquierda bolivariana, lo cual en sí misma es una contradicción. Sin embargo, en medio de la indigencia política que existe tal cosa es aceptada como algo natural. Lo que pasado el tiempo solo se ha mostrado como el espejismo político que es, una mera farsa. Tanto el personaje principal del chavismo como el mago de Oz.


Chávez Frías, semejante al mago de oz, desarrolla la farsa de hacer creer a sus partidarios que les da lo que ellos ansían, lo que necesitan. Lo que produce, en verdad, es una caja de ilusiones. Donde cada quien cree que ha sido incluido, que ha sido tomado en cuenta, que ha sido oído. Cada chavista vive en su ilusión.


Se sienten que piensan por sí mismos, porque le han dado cerebro; que sienten porque les han dado un corazón; que son valerosos porque el mago les ha dado valor. Pero la verdad es cada cosa es una mera quimera, transmitida en esa verborrea incansable del aprendiz de mago, o mejor dicho de blacaman tropical.


A todos se ha mostrado con el rostro o con la figura que mejor se ajusta lo que aquellos partidarios querían ver. Chávez Frías deseaba ser periodista cuando estaba entre periodistas, médico cuando estaba con médicos; parecía más bien una mala enfermedad de personalidad múltiple. Así era este mago de Oz barines.


Un simple ilusionista con mucha empatía, que prometía a los necesitados protegerlos de los males del mundo y remediar sus infortunios. Ni una ni otra cosa podía hacer, ya que era solo palabras y meras palabras, «flatus vocis» dice la expresión en latín.


Como buen mago perverso busca acabar con cualquier otra ilusión que lo pueda destronar. De allí, que destruye los partidos políticos de izquierda e induce a los otros a hacer lo mismo con los de derecha; acaba con la clase obrera y los sindicatos; con la historia nacional y en la historia solo existe él. Es la voz de la conciencia.


Buen prestidigitador y seductor que crea brujas malvadas para su conveniencia. Lo que le permite imponerse sobre aquellos hombres de paja, de hojalata y cobardes, para hacer y deshacer. Éstos en medio de ese ensalmo de palabras vacías creen que son él. Para eso están las consignas políticas, y hasta se dice que se crea una nueva «simbología chavista», solo a un espantapájaros se le ocurre semejante cosa.


El chavismo se alimenta y regenera con esos personajes. Son la fuente de su permanencia, no de su poder. Es el vano discurso que se sigue repitiendo después de la muerte del mago principal. Un discurso que ya nadie cree, porque se vuelven a ver en su orfandad, en sus carencias y menesterosidad. La realidad los vuelve a mostrarse sin el espejismo.


Seres derrotados y usados, que pretenden llevar una vida como si no pasara nada. Como si nada anómalo ocurriera. Personajes que quieren entrar en otra realidad donde se rediman del engaño sufrido. No hay vuelta atrás, la farsa ha quedado al descubierto. La pérdida de la alegría es patente, lo que se ve es la decepción del quien ha sido estafado. A la larga el chavismo se muestra como lo único que ha sido, una mera ilusión para ilusos. Un salto al vacío.


Referencias:

Twitter: @obeddelfin

 
 
 

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