La suma que resta
- 21 jun 2019
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Nelson Rojas
nelsonrojas0301@gmail.com

Muchos aplican la Ley del Embudo. “Todo para mí”. Anónimo.
La política es muy compleja, en ella es aplicable el cálculo matemático. Máxime que las matemáticas son exactas e infalibles, cuando se aplican a la política, fluctúan al vaivén de la suma, la resta, la multiplicación y la división. Maquiavelo (1469-1527), en su clásico de la literatura universal, “EL príncipe”, acuñó para la posteridad, que en el arte de la política todo puede ser exacto e inexacto; perturbable e impredecible. En su ejercicio dos más dos no siempre suman cuatro. “Divide y Vencerás”. Todo un entramado, un arte, una estratagema de guerra, una regla básica, en procura del poder y mantenerlo. El cálculo político, es constante, monta un programa procurando que la confluencia de los decisores sea favorable a un proyecto, un asunto, donde todos parecen coincidir, pero esa confluencia puede ser rota. El operador político cree tener todo estudiado, investigado y planeado, no obstante a ello, una pequeña diferencia en la ejecución, puede crear una gran diferencia en los resultados. En la intrepidez de un buen argumento, éste, a veces es revertido por desavenencias y factores que surgen sorpresivamente. La confluencia de los decisores, esa convivencia sinergizada para acordar y aprobar, se torna compleja y conflictuada. Por eso la política gira en función de las circunstancias con sus aristas y prolegómenos presentes. Mover acertadamente las piezas del ajedrez, tomar decisiones acertadas, pensar y repensar hasta dar jaque mate es objetivo magistral.
EN POLITICA NO SE DUERME
La política es una guerra permanente, en ella todo fluye y se confluye, toca y se trastoca, donde lo imposible se hace posible y viceversa. Mientras en la guerra hay treguas e intervalos de paz, en política no se duerme. Los cerebros encendidos de sus protagonistas no transigen, no cesan de armar sus estrategias, argucias y tramoyas. La suma que resta, esa caterva de extraviados está siempre en asechanza. La mayoría de la gente opositora al gobierno, gente pensante, con capacidad para discernir la política, opinan que la oposición venezolana perdió la brújula, el mapa, las coordenadas y no encuentran al timonel. Por su actitud obtusa y genuflexa a los intereses de Washington, no asumen posiciones propias, no aman la patria. El culto al dinero los extravía. Ahí está la bochornosa denuncia de corrupción, suscrita por sus mismos voceros, con pruebas irrefutables de la cleptocracia de Guaidó y su jefe Leopoldo López, entre otros operadores, complotados desde Colombia, y que genera un escándalo internacional. Dentro de la coalición opositora, hay sumas que restan y esa suma que resta, es la que vende la patria; están embotados pensando solo en lo crematístico, sin importarles para nada la angustia y el sufrimiento del pueblo venezolano. Los plutócratas de la enmarañada Asamblea Nacional, en desacato, han conspirado para que se haga efectivo el bloqueo económico y financiero. Representan esa extraviada y pírrica suma que resta, están desprovistos de sindéresis y de polietica. Las cúpulas de sus partidos se apartaron de los valores y principios de la democracia, solo piensan en sus intereses y conveniencias. El gobierno merece una oposición nacionalista, firme, coherente, transformacional y constructiva. Una oposición que parta de la protesta a la propuesta, que no esté alineada a intereses foráneos y oligárquicos. La suma que resta es una resta que suma y multiplica la crisis. El conflicto interno opositor les convierte en un saco de gatos. Se entre devoran y propagan un liderazgo vacío. Son marionetas arrodilladas a los intereses del imperialismo norteamericano, no se atreven a sumarse a dirimir el conflicto y reversarlo. Si quieren que el pueblo les reivindique poder, debe independizarse de la política injerencista de Washington; deslastrarse del mandato de esa dirección guerrerista que hoy nos azota con su bloqueo genocida. Cuando la patria está en peligro no hay otra opción sino defenderla. Nuestra historia es pletórica de grandeza, somos guerreros de las causas dignas. Quienes le cierran los caminos a las revoluciones pacíficas, le abren el camino a las revoluciones violentas. Ojo avizor.
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