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No es nada fácil determinar las causas o los errores que pudieran haber incidido en la caída del presidente Evo Morales, allá en la hermana república de Bolivia. Sin embargo a través de esta nueva entrega trataremos de asomar lo que estimamos sean  las verdaderas razones que motivaron este nuevo golpe, que sin duda, socaba las bases de las democracias legítimas en Latinoamérica.


Evo, en primer lugar y a nuestro entender, subestimó la actitud silenciosa que venía manteniendo el imperio norteamericano con respecto a su gobierno. Pero más allá de eso, descuidó el verdadero mensaje revolucionario que debió llevar con tenacidad al pueblo boliviano, sobre todo, a esos hermanos indígenas, con poca formación, de los cuales forma parte y de donde proviene su esencia.


En el gobierno de Evo faltó talento, audacia y sobre todo suspicacia y malicia. Su gestión se centró solamente a recuperar el país, como en efecto lo hizo y así se lo reconocen, incluso, gobiernos de la derecha de otras latitudes, claro está molestos por el éxito que venía alcanzando.


Si bien la economía alcanzó niveles altos nunca antes vistos en Bolivia bajo el gobierno de Evo, y el pueblo indígena que ocupa la mayoría de la población del hermano país elevó su status en la sociedad,  por el contrario  el mensaje ideológico y revolucionario, estimamos,  no llegó a plenitud, como debió ocurrir.


Evo, más allá de estas apreciaciones, se centró solo a promover el éxito alcanzado de su gobierno en materia económica, como lo haría cualquier presidente serio, honesto y responsable que se dedicó a cumplir cabalmente con su mandato de sacar a su país de la crisis que lo embargaba, pero su astucia política, para rodearse de una plataforma segura y de alta confianza, le falló plenamente.


Estimamos, entonces, y en este sentido,  que el éxito alcanzado por Evo, para el gobierno Norteamericano, no podía pasar por debajo de la mesa. Si bien las acciones conspiradoras que lleva adelante el presidente Trump contra Venezuela no han alcanzado los objetivos propuestos  para dar con el traste de la revolución  bolivariana, algo había que hacer en Bolivia para debilitar ese éxito que venía sumándose a favor del modelo socialista.


Bolivia, sin duda, para otras sociedades que pudieran asumir un gobierno también de izquierda, era un claro ejemplo que demostraba que si se puede vivir con equidad y en mejores condiciones bajos los esquemas de un gobierno popular, cuyos objetivos estarían centrados en mejorar las condiciones de vida de la genta más vulnerable.


Creemos entonces que a Evo le falló, incluso, el asesoramiento interno, y porque no decirlo, el internacional, pero sobre todo los grupos de inteligencia, que dejaron una clara brecha para que las políticas conspiradoras y golpistas se le colaran.


La conducta de Evo, a nuestro entender, netamente pacifista, de convivencia, consagrada incluso en favor de la conservación de la “pacha mama”, tal como lo aprendió de la sociedad indígena al cual pertenece, lo llevaron a actuar con poco sigilo, sin malicia y confiando que si lo hacía bien, desde la presidencia, como de hecho lo hizo, eso solo bastaría para que respetasen su permanencia en el poder, y claramente está demostrado que no fue así.


No dudamos que el factor dinero influyó de manera decidida en el ala militar del supuesto anillo de seguridad que debió rodear a Evo. Es evidente entonces que los dólares que suelta a manos llena el imperio para socavar gobiernos legítimos que le son adversos a sus intereses siguen teniendo peso para cambiar las conductas de quienes hoy han demostrado que son indignos y corruptos, e incluso el destino de los pueblos.

  • 12 nov 2019
  • 3 Min. de lectura

—Días sin saber de usted, qué le pasó.


—No sé, debe ser que a los muchachos no les gustó lo que le envíe esta semana pasada, no creo que haya habido nada ofensivo en los escritos, porque como decía el cantor que peor mala palabra que esta sociedad.


—Se enteró compita.


—¿De qué?


—De qué Morales, el Presidente de Bolivia, renunció.

¿Qué le parece?


—A sí, me enteré.

Pero, no le puedo comentar nada porque yo no vivo ni he vivido allá.


Porque eso de ponerse a dar opiniones a partir de lo que dice la prensa digital o las redes sociales es un poco comprometido.

Unos dicen una cosa y otros otra, y uno termina creyendo lo que le conviene o creyendo por quien le simpatiza. Y eso no tiene nada de crítico.


Lo que si le puedo decir es que querer perpetuarse en el poder es absurdo en estos tiempos. Eso es más asunto de mafiosos que de políticos y así no se puede llevar adelante una república.


Cuando un hombre llega al poder con que mande dos periodos es suficiente. Ese es tiempo suficiente para consolidar el partido político que representa y eso es lo importante para seguir haciendo política.


Además, debe comprometerse con crear nuevos líderes a los diferentes niveles, quiero decir a nivel municipal, estadal y nacional.

Mientras el individuo, por el contrario, pretende quedarse en el poder no querrá formar nuevos cuadros, porque temerá que estos nuevos líderes le serruchen el poder. Y eso es una contradicción si existe un partido político, pues éste debe ser pensado como una cadena que pasa de un eslabón a otro.


Fíjese que el Dr. Caldera en su prepotencia destruyó el partido que fundó y de ese partido no ha quedado nada. Lo mismo hizo el difunto al quererse perpetuar el poder no le dio opción a nadie más y cuando salgan del gobierno solo les quedará lo mal habido.


La política en una república debe ser continuidad sino la gente se obstina del mandatario usurpador. Dejar abierta la brecha para que haya opciones, aunque esto parezca una ingenuidad de mi parte pero es así.


Un líder político no puede pretender quedarse por siempre en el cargo en el que fue electo, aunque tenga mucho carisma; porque se convierte en un dinosaurio, en una piedra de tranca.


La flexibilidad en las democracias es fundamental, porque la población tiene esperanzas de alcanzar cosas. Y si las mismas comienzan a verse reducidas el resentimiento aparece.


—Comparto eso que dice.


Porque nadie es monedita de oro para gustar por siempre.

Además, como usted dice la gente tiende a fastidiarse de los mandatarios. Ver a los mismos de siempre en el poder, aparecen nuevas generaciones y siempre los mismos fulanos detentando los cargos políticos.


Hay que saber cuándo abandonar el barco y darle el timón a otro.


¿Usted cree que llegue un coletazo por estos lados?


—Esa debe ser la pregunta que está en la mente de todo el mundo.


Unos deben estar asustados y otros esperanzados.

Pero nunca se sabe que puede pasar, fíjese que el boliviano se sentía muy seguro y recogió tormentas.


Lo que si debe ocurrir es que se renuevan las esperanzas para ambos bandos, hay que esperar y estar ojo avizor para ver cómo acontecen las cosas.


Por ahí hay una convocatoria, ya cada quien están llamando a los suyos. Agotados de tanto que los traigan y los lleven. A los mejor son unas navidades agitadas, nunca se sabe.


—Esperemos que haya sindéresis.


—¿Qué es eso?


—Cordura, pues.


—¡Ah!


Nunca la han tenido en estos veinte años, pero hay que tener esperanzas. Que como le dijo es el alimento de los pobres, los derrotados y los desesperados.


Son días de expectativas y hay que estar atentos. Lo más probable es que los chavistas se tiren otro dakazo o empiecen a regalar los perniles y las cajas CLAP antes de tiempo.


O abran un chorro de bonos para calmar a la gente punta de devaluados soberanos. Los otros con las esperanzas de alcanzar el coroto se conforman para moverse.


Bueno, allá vi al hombre que me dijo que me va a prestar cuatro fuertes.


Nos vemos más tarde.



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