top of page

Actualizado: 23 nov 2019


Columnista de El Cuarto Oscuro
Luis Martínez

El acuerdo: La oposición representada en la Asamblea Nacional, y la bancada del PSUV, han llegado al acuerdo inicial de nombrar una comisión para la conformación de un nuevo CNE. Soy un hombre de diálogo, que cree en los acuerdos, pero ¿por qué tanta manipulación y manejo oscuro, de parte y parte? ¿Por qué nuestros políticos optan siempre, siempre, por hacer las cosas de la peor manera? En Ecuador, por ejemplo, Moreno llegó a un acuerdo con la oposición frente a las cámaras de televisión, frente a todos los medios de comunicación. Entendemos que habría cosas que no se pueden sino tratar como temas de Estado, pero ¿conformar una comisión evaluadora? ¿Cómo queda el mamotreto ese de la ANC, la entelequia madurista más inútil jamás creada? ¿Cuáles elecciones vienen? ¿Y nuestros hermanos que están en otras naciones y que llegan a unos cuatro millones, cómo quedan? Tantas cosas sin responder que no podemos aplaudir el gesto.


La eliminación de la ortografía: Circula en las redes sociales una supuesta carta, firmada a entender, por Aristóbulo Istúriz, ministro de Educación, donde prácticamente deroga el uso de las reglas ortográficas en el contenido programático del año escolar 2019-2020. A veces, no sé qué pensar frente a estas cosas. Analizando el documento en cuestión, es falso, pero más allá de eso, ¿qué se trata de hacer? Pienso que un sector de la oposición venezolana, o algunos de sus actores, creen que esas estupideces generan algo positivo en su causa. Otros pensarán que se trata de una curiosa jugarreta del G2 cubano. Y finalmente, se sabe que el gobierno de Maduro precisamente no es un hervidero de la cultura y la altura académica, pero la eliminación de la ortografía es algo así como eliminar las reglas de la matemática. Vamos a ocuparnos de cosas más importantes.


Troll de la verdad: El presidente de El Salvador; Nayib Bukele, le dio una tremenda lección de “troleo” a Nicolás Maduro y sus bots (equipos de marcación de tendencia en las redes sociales), seguidores y todo aquel servil que quiso defender lo indefendible. La expulsión de la delegación diplomática venezolana de ese país, conllevó a que la esposa del embajador, tuviera que regresar a Venezuela, cosa que el madurismo vio como un atentado a la condición y a la vida de la dama y sus esperados trillizos. ¿Es que había una indicación médica manifiesta que impidiera subirse a un avión? La sola declaración de riesgo no basta. Resulta que la persona reclamaba que no debía moverse de El Salvador, pero, insisto, ¿por qué? ¿por la misma razón por la cual Maikel Moreno, presidente del TSJ no se atendió de un infarto en un CDI ni un hospital del gobierno sino en el Hospital de Clínicas Caracas, el centro médico privado más importante del país? ¿Será que quienes más defienden las mentiras del madurismo son quienes más temen su realidad?


¿Vas a seguir con el Petro?: Maduro está con el Petro, como le pasa al dueño de la empresa que no sabe qué hacer con ese familiar incompetente que no puede botar porque le caerían encima. La estafa del Petro, ese timo, esa inexistencia, sigue siendo promovida por un gobierno que no cree en ella, y menos la practica. ¿No ven que hasta el pago de los perniles es en euros? ¿En dónde reciben petros? Y no venga alguien a decir “en Trakki”, porque eso es como negociar con chapas, a un jugador de chapitas, de esos que aún existen. El Petro es el resumen perfecto de lo que es el gobierno de Maduro, una propuesta chimba, con matices rimbombantes, que no es tal, que no resulta ni existe, pero que se habla de ella como si existiera y fuese lo mejor. Es una estafa simple y sencilla. ¿No es como digo? Cuando vea a un alto dirigente del madurismo cambiar sus euros por petros–porque tienen bastantes- entonces creo en eso que solo existe en las cadenas oficialistas.


SMS y Whatsapp: 04123151514 / Email: luismrt@live.com / Facebook: luismrt / Twitter:@luismrt / Instagram: @luismrtg

  • 20 oct 2019
  • 3 Min. de lectura

Cuando se supo que el tribunal iba a allanar el Teatro de las Artes que funcionaba en los altos del cine Radio City, en el boulevard de Sabana Grande, sus actores y empresarios trataron de salvar los restos del naufragio. Entre ellos, una urna que había servido para la pieza Catalepsia de Emilio Santana, obra que montó Manuel Poblete con Eva Blanco en 1960. A los empresarios se les ocurrió dejarla ese mediodía en el estacionamiento del centro comercial que correspondía a la parte trasera de la librería Ulises, un celebrado lugar de encuentro de los intelectuales y artistas en tiempos de El Techo de la Ballena.


La librería Ulises fue un momento glorioso en nuestras vidas y Félix Alvarado era su dueño o regente. Contaba con un encargado, un muchacho hondureño que Alvarado rescató de las caballerizas del hipódromo. Me distinguía mucho y decía que yo era el verdadero intelectual del grupo porque fui el único en saber que la lempira era una moneda de su país.


Cuando un cliente entró a la librería preguntando si tenía La República, el muchacho fue enfático y dijo: ¡Aquí no vendemos periódicos; mucho menos oficialistas! confundiendo a Platón con el magnífico periódico de los adecos, dirigido por Luis Esteban Rey.


Allí quedó la urna hasta que la librería abrió a las dos de la tarde. Perán Erminy, maravillado al ver un ataúd en aquella bella tarde asoleada con el Ávila en todo su esplendor, resolvió que debía estar dentro de la librería. Al  irse Perán, el encargado de la librería volvió a sacarla porque no le parecía adecuado que una urna estuviese dentro de una librería, pero Juan Calzadilla decidió meterla nuevamente y me tocó a mí volver a hacerlo y así estuvo aquella urna entrando y saliendo de la librería Ulises durante varias horas hasta que el vigilante del estacionamiento sospechando algo turbio y oscuro llamó a la policía.


En el acto se hicieron presentes la manzopol, la sotopol, la digepol o como se llamase la policía política en aquellos años sesenta tan difíciles y con guerrilleros encaramados en el techo de una ballena. El primero en caer detenido fue Alfredo Chacón por encontrarse dentro de la librería y por declararse estudiante universitario, es decir, reconocerse como enemigo público número uno de cualquier policía en el país venezolano, en cualquier tiempo y cualquiera que fuese su república.


Preso, ostensiblemente confinado dentro de la radiopatrulla estacionada frente a la librería y rodeado de curiosos, Alfredo ve llegar a Ludovico Silva y Ludovico, antes de entrar a la librería y considerando normal que Alfredo Chacón estuviese dentro de una radiopatrulla, se acerca a saludarlo y Alfredo sin mover los labios, comienza a hacerle desesperadas señas para que se aleje, pero al parecer Ludovico encontró la situación no solo normal sino particularmente divertida porque sonriente, terminó preguntando: Alfredo ¿qué haces en esa radiopatrulla?


Lo asombroso de esta historia es que Ludovico, el filósofo que ha hecho aportes al marxismo, encontró cotidianidad en una situación en modo alguno cotidiana y el poeta Alfredo Chacón ya estaba anunciando, sin saberlo, el libro que va a escribir varias décadas más tarde titulado: “Sin mover los labios”.


La boca está asociada al habla, a la palabra, al lenguaje, pero también a lo que devora. Los dientes muerden, desgarran. Pueden ser armas de ataque, pero también protegen, custodian, defienden al ser interior y cuando los labios se sellan los espacios del decir se cierran al mundo exterior y todo el universo del lenguaje, el ámbito poético y todas sus resonancias quedan en el interior, tal como se encontraba el poeta: ¡dentro de la radiopatrulla!


Que la poesía se conciba, se alimente y permanezca en el interior del poeta protegida por labios sellados revela la gloria de lo maravilloso que puede llegar a ser accionar y defender todo acto poético.


Era lo que queríamos provocar y estimular cada vez que ofrecíamos albergue y protección, dentro de una librería, a un ataúd huérfano de muerte pero donde dormía la fascinante oscuridad de su teatralidad sin percatarnos que el desconfiado encargado del estacionamiento, había encendido su malsana vocación delatora.


Proteger el ataúd de un vulgar asedio o embargo judicial significó no solo salvar del naufragio a una presencia teatral sino un acto de hermosa violencia poética que la policía de la democracia transformó en una rara y sospechosa actividad  confundiendo a la poesía con la delincuencia.

  • 10 oct 2019
  • 2 Min. de lectura

Una de las mentiras que alimenta el imaginario del venezolano es que en este país se recibió a los inmigrantes con los brazos y el corazón abierto. Esto es una pseudo verdad.


(Obed Delfin).- Los inmigrantes europeos que llegaron al país en la décadas del 30, 40 y 50 fueron recibidos sin ninguna reserva, eso es cierto. Pero eso fue más por la actitud pueblerina que existía en ese entonces, que por una verdadera conciencia de lo que era un inmigrante.


Por el contrario, al colombiano que es el vecino continental por excelencia y con el cual el venezolano ha tenido más roce no fue bien recibido, siempre se le tuvo cierta reserva y cuando se pudo se le trató mal. Lo mismo pasó con los ecuatorianos y peruanos en los últimas dos décadas del siglo XX y principio del presente siglo; estos últimos no han olvidado el maltrato recibido, esas historias llegaron a su país y a sus compatriotas.


Cuando la policía arramblaba contra los buhoneros, muchos de ellos oriundos de estos países americanos, en el Centro o en Sabana Grande no tenían ninguna consideración por la nacionalidad. La orden era desalojarlos a la fuerza, a veces le decomisaban la mercancía, otras no; a veces se los llevaban presos, otras no; a veces los maltrataban, a veces no.


No recuerdo que nadie hiciese una alharaca porque eran extranjeros necesitados, solo eran vistos como una molestia y un estorbo. Aún hoy en día hay comentarios xenófobos contra la gente de Petare y los del Valle del Tuy porque muchos son colombianos.


Muchos venezolanos se reían a mandíbula batiente, a finales de los ochenta y principios de los noventa, con aquellas parodias que les hacían a gallegos y portugueses en «Radio Rochela», y decían eso es solo «un chiste». Como no eran ellos el objeto de la burla y la parodia eso no se podía considerar xenofobia, porque estaba hecho con el cariño venezolano. En ese programa cómico no se tenía ninguna consideración por la condición de esos inmigrantes, la mofa era el pan de cada programa.


La burla llego a tal grado que la comunidad portuguesa se quejó ante la directiva de RCTV. No recuerdo si se tomaron cartas en el asunto. Nunca se consideró esto un problema xenófobo, porque el imaginario del venezolano estaba y sigue estando distorsionado a ese respecto. El venezolano pensaba que eran simples chistes, algo jocoso propio del buen humor del mismo. Todo se reducía a eso, a que era un chiste o una broma.


Con los chinos también fue igual, pero éstos cómo que se hacían los desentendidos o no le paraban ni media bola porque más tarde sabían que el venezolano iba a matar el hambre con el arroz frito, y no era el de Puerto Rico.


No sé si es que esa palabra xenofobia no se conocía en ese entonces porque aquí adentro nadie la usaba. No estaba de moda.

bottom of page